jueves, 23 de febrero de 2012

La trascendencia de una buena educación

A continuación, presento un artículo que escribí para la Revista Santidad. Esta revista se distribuye en aproximadamente 2,000 ejemplares en distintos ámbitos de Guatemala. Este artículo está sin edición. Animo a quienes siguen mi blog que hagan sus comentarios, enriquezcan los pensamientos aquí presentados o bien contradigan lo que digo.


La trascendencia de una buena educación

Prof. Jorge Rivas Maldonado

¿Cuántas expresiones populares que se refieran a educación conoce usted? Las más populares puede ser: “Pero que niño tan bien educado” o por el contrario: “Qué malcriado”. Estas expresiones se contextualizan a un evento en particular en donde el observador del niño o adulto notan alguna actitud o desenvolvimiento social en el que le puedan adjudicar uno u otro calificativo.

Puedo mencionar también las repercusiones de una buena educación en diferentes ámbitos. Por ejemplo el de un egresado de secundaria en su viacrucis para ser admitido en una universidad. Me gustan las estadísticas, pero aquí no voy a sucumbir a la tentación de mostrar los datos tan desalentadores de los expedientes rechazados de interesados en continuar con su educación superior, por diferentes causas, que van desde la falta de hábitos de lectura y comprensión de esta, hasta el poco dominio científico de una materia en particular, crucial para la carrera seleccionada.

En este último caso, el lloro sin el crujir de dientes comienza cuando el anuncio oficial desesperanzador del departamento de admisiones es revelado al candidato y/o sus padres que deberá tomar “escuela de vacaciones” para “nivelar” las habilidades necesarias, previo a incursionar y tener éxito en su carrera. El pensamiento inmediato con sus respectivas expresiones de frustración emanan naturalmente, haciendo referencia a la mala educación recibida en sus años de estudio primario y secundario. El malestar se incrementa si es el mismo resultado a pesar de haber invertido en educación privada.

Para completar mi reflexión, hago mención de una conferencia escuchada recientemente, dictada por una ejecutiva de una empresa transnacional (24/7) en donde a toda su audiencia nos convenció de la necesidad de invertir en mejorar la calidad de la educación privada, pues la industria, el comercio, la banca y por qué no incluir el mismo sector educativo, está siendo castigado, por decirlo de alguna manera, por la poca eficiencia laboral producto de una formación académica deficiente y competitiva, sus metas no son alcanzadas y su presupuesto de entrenamiento es alto, y viene nuevamente una palabra que es mencionada en el caso de las universidades, para “nivelar” los conocimientos, habilidades y destrezas de su fuerza laboral.

Las decisiones de una buena educación y que esta sea trascendental en nuestra vida y en la vida de nuestros hijos, deben ser consideradas a tiempo, para no lamentarnos después. Proverbios dice “El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio menosprecia a su madre.” (15:20). Una educación trascendental no es solo la que considera o asegura el futuro o un estatus económico, sino también la que asegura el cumplimiento del propósito de Dios para la vida del hijo, que se puede resumir que ha sido creado para la gloria de Dios.

Como padre de dos hijas y un hijo, anhelo con todo mi corazón que a mis hijos les vaya bien en la vida, que aprendan todo lo que sea posible para tener éxito, que las puertas de la oportunidad se les abran de par en par y que su formación académica contribuya en gran manera a agregarles valor en lo que puedan ofrecer en su vida laboral productiva y con ello agradar y honrar a Dios. Que sean sabios tanto como puedan y alegrar mi corazón.

La organización internacional en la cual sirvo al Señor, años atrás publicó un libro titulado “Educando para la eternidad”, desafortunadamente ya no se volvió a publicar. Este libro lo leí cuando aún no tenía el privilegio de ser padre, pero si teniendo el privilegio de ser maestro en una escuela cristiana y transformó mi manera de hacer docencia. A través de su autor, el Señor me enseñó, que todo lo que yo planeara enseñar a mi grupo de estudiantes en ese momento en el que ejercía la docencia directamente con un grupo de niños del segundo grado de primaria, tendría un impacto eterno. Años después de leer el libro, el Señor me trajo a servir a los cientos de escuelas cristianas en la región latinoamericana y a miles de educadores, que como yo, estamos interesados en hacer la voluntad de Dios y ser instrumentos en la vida de El para educar a Su pueblo

Surgió entonces la traducción y edición en español del libro de Harro Van Brummelen “Caminado con Dios en el aula” que hoy lo recomiendo principalmente no solo a maestros de escuelas cristianas o escuela dominical, si no también a padres de familia que querrán sustituir la palabra aula por la palabra hogar o familia. Brummelen hace notar que una educación verdaderamente trascendental es aquella que descansa en los fundamentos de la Palabra de Dios. Lo recomiendo que lo busque y lo lea.

Entonces, es muy probable que el lector a estas alturas de este artículo se esté preguntando si además de la reflexión presentada, pudiera este su servidor contribuir con su decisión en la selección de escuela o colegio para sus hijos, y mi respuesta es si.

Dar una lista podría ser muy simple y responder a toda exigencia que como educador o padre tendría, podría ser muy compleja, por lo que le propongo al lector contribuir con una primera parte en este artículo y en una segunda parte en el próximo volumen de la revista que hoy tiene en sus manos.

Esta primera parte lo hago a manera de responder afirmativamente cuando así se necesite o negativamente, a las siguientes interrogantes:

¿Es la escuela o colegio de buen nombre? ¿De dónde proviene ese buen nombre, por su formación académica, por las actividades extra o co-curriculares, como practica deportiva, campamentos, etc.? ¿Provee educación bilingüe? ¿Son todos los maestros titulados como tales? ¿Tiene el colegio reconocimiento del Ministerio de Educación? ¿Cumple la escuela o colegio al menos con el pensum de estudio oficial? ¿El número de períodos de clase por materia, al menos es el recomendado por el Ministerio de Educación? ¿Está afiliada la escuela o colegio a alguna organización internacional que respalde su acción educativa? ¿Ha participado o está participando el colegio de su hijo en algún programa de mejoramiento institucional, o mejor aún, en Acreditación? Y no por colocarlo de último menos importante, ¿cuenta la escuela o el colegio con un programa de enseñanza de valores, principios o vida cristiana? ¿Es la escuela o colegio compatible con la formación espiritual que usted como padre imparte a sus hijos en el hogar?

Le saludo muy cordialmente y nos encontramos de nuevo en el próximo volumen de esta revista que espero sea de gran bendición en su vida, familia, ministerio y ocupación empresarial. jerivas@intelnett.com.

martes, 21 de febrero de 2012

Disponibilidad de plaza en ACSI Latinoamérica

Para los interesados en servir a Dios en ACSI, está disponible la plaza de Asistente administrativo, financiero y contable. Requisitos: cristiano evangélico, Contador o Estudiante de Administración de Empresas, deseos de crecer y aprender y servir.
Interesados enviar su currículo a la siguiente dirección de correo electrónico: info@acsilat.org